martes, 21 de septiembre de 2010

Bajo el árbol de monedas de chocolate.

Bajo el árbol de monedas de chocolate.

A los 14 años, a esos 14 años de edad llenos de “amores de la época” según mi madre, a esa edad en la que empiezan los traumas con las chicas y los chicos. A los 14 años, en una tarde cualquiera, Pablo se sacó los audífonos y decidió dejar de ociosear creyendo ser el baterista de The Cure mientras reventaba su lápiz contra la mesa y coreaba las canciones que resonaban en su mp3. Tuvo que tocar suelo peruano: no era un baterista (ni siquiera tocaba la flauta) sino un nerd con una tarea atrasada por realizar. Tarea que hasta ese momento, por alguna rara razón, no había podido empezar a cumplir: escribir una historia de amor. Usualmente podía crear poemas y canciones emotivas o más conocidas como cursis pero en ese caso no pudo. Así que, agregando su lado nerd de poeta, cogió bien el lápiz y el cuaderno, e hizo su mejor esfuerzo, y empezó a escribir:

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Eliot empezó su vida universitaria luego de una estresada etapa escolar llena de preocupaciones por su futuro universitario y sin haber estado con ninguna chica. En sí, el describir su vida sería de verdad aburrida e irrelevante porque no tuvo una adolescencia llena de aventuras memorables o alguna experiencia en la que haya seguido el impulso de su corazón y abandonase la razón.

Sarah era también una nerd pero la única diferencia con Eliot era que ella fue educada en un colegio religioso. Así que imagina una nerd sumado a las ideas y hábitos (no la ropa) de una monja y ¡ahí la tienes11

Ambos se conocieron, como ya mencioné, en la universidad y nunca pensaron que su amistad se podría volver algo más que eso debido a que una vez ella vio cierto brillo especial en las uñas de Eliot y pensó que él era gay.

Ahí acabó la ilusión y la idea de que sean algo más que amigos o compañeros de clase.

Debo confesar que una vez él estuvo ilusionado con ella pero ambos eran tan nerds pero tan nerds que entre sus ideas estúpidas y su imaginación (la cual siempre estaba muy activa) ambos se olvidaron del amor y del encanto o algo parecido a eso.

Una vez se besaron. Fue el beso más improvisado, estúpido y el peor que pudieron haber tenido (aunque no hubieron otros más para comparar por ese momento).

1 Lo paradójico es que yo escribo hablando mal de ella cuando, a la vez, yo también fui educada en un colegio religioso pero esta no es mi historia.

Sucedió en la biblioteca de la universidad, entre matemáticas, el inútil curso de cálculo, gomitas de colores y una coca cola.

El beso no fue bueno pero era lo único que tenían. Los labios de ella estaban secos y su boca tomó el sabor a fresa de la boca de Eliot porque comía gomitas cada vez que tenía un día difícil y el cálculo cubría la cuota de estrés necesario como para comerlas.

Se encontraban sentados uno al costado del otro en una mesa de madera que tenía marcas de corrector y mientras intentaban fallidamente resolver un problema, el acercamiento cumplió su función y con un giro accidental de la cabeza de ambos surgió “el beso”. Ella, obviamente, salió corriendo asustada mientras que él empezaba a pensar en por qué demonios se besaron.

Debió ser el destino o simplemente suerte pero nunca hablaron sobre lo sucedido y siguieron estudiando como lo habían hecho toda su vida: con coraje y un gran deseo de auto superación.

Dos años después se casaron. >>

Textos nerds a niveles cursimente peligrosos eran lo único que Pablo escribía, lo peor era que nadie lo detenía cada vez que los pasaba a limpio. No lo pensaba dos veces; cogía sus lapiceros con tinta líquida azul y roja y, con la letra más bonita que tenía, empezaba a reescribir en un papel extra blanco, las palabras que minutos atrás salieron de su cabeza con la intensión de presentar un buen trabajo.

Para la clase de la mañana siguiente, entregó el supuesto cuento y se tuvo que conformar con un doce de nota. En vez de sentirse tranquilo, le pesó en la conciencia el haber realizado un mal trabajo (según él, aunque en verdad era cursi) y debido a su sobonería logró que le dejaran otra tarea en la cual debía escribir una poesía. Obviamente cumplió con creces lo que le pidieron pues este adolescente nerd tenía un toque especial al escribir composiciones como esas.

Lo que lo diferenciaba de los demás chicos con hormonas revoltosas que estaban en su salón, eran dos cosas: que sabía inglés (algo que se solía considerar como un don durante la etapa escolar) y que era bueno escribiendo poemas y canciones. Los profesores lo felicitaban por sus escritos y obviamente el maestro de literatura era un fanático de lo que Pablo escribía – o quizá pura sobonería, sólo Dios sabe–.

Usaba el típico peinadito con la raya al medio como su mamá le hacía y hablaba en un tono medio raro que lo convertía en todo un nerd en quien las chicas veían como sólo un amigo. Él quería ser algo más que eso, quería decirle, al menos a una de ellas, que la amaba y que su corazón podía tener el récord en estar tan enamorado y todas esas cursilerías que a las mujeres las vuelve locas. ¡Rarísimo el chico!

Una vez trató de declarársele a una chica que conoció durante las vacaciones de verano (hija de la amiga de su mamá, he ahí el punto en común. La madre presenta a su hijo una chica que le parece razonablemente correcta: la hija de su amiga. Mejor dicho, él no se presentó ante la chica) pero a la hora de la hora, a Pablo le dio mucho miedo y todo lo que “había ensayado” para decirle se le borró de la mente justo cuando estuvo parado delante de ella. De repente se encontró ridículamente aterrorizado frente a una muchachita un poco más alta que él, con lentes de sol en forma de corazón y sandalias rosas. Pablo tomó aire y en vez de que salgan palabras de su boca, salió un impulso y la besó sin ninguna advertencia. Ella lo miró a los ojos y le sonrió, Pablo dio media vuelta y se fue corriendo. Ese fue su primer beso. No la volvió a ver nunca más y si la veía, volteaba la mirada suponiendo que nadie pasaba cerca a él.

lunes, 28 de junio de 2010

MUuy bueno!!..XD

A la hora de suicidarse podemos elegir una de las diferentes y muchas formas que hay para hacerlo, entre ellas están: 1. Pastillas. Este tema es muy solicitado, pero en general, lo que importa es que si tomas pastillas te tomes cuantas más mejor, aunque a veces produce vómitos y se va todo a la mierda, también si se toman con alcohol (vodka,...) aumenta el efecto de las pastillas. El bupropión, un medicamento para personas depresivas, si se toma en exceso puede causar la muerte, pero para conseguirlo se necesita receta médica, asi que te las tendrás que remediar para conseguirlo si no quieres que sepan que estas con una depresión de caballo. 2. Cortarse las venas. Este método es conocido, lo que no sabe la gente es que para que sea eficaz de verdad, lo que se tiene que hacer es cortarse las venas no perpendicular a estas (como sale en las películas), sino en el mismo sentido en el que se dirige la vena. Es decir, cortarnos las venas a lo largo de su recorrido, produciendo una mayor hemorragia y acelerando la muerte. Desconozco si se hace mas ameno si te las cortas y te metes en la bañera para desangrar sin dolor, pero es un método. 3. Envenenamiento. Se recomienda el arsénico o el veneno para ratas, por ser de los más molestos y dolorosos que existen, ya que durante el proceso se presentan náuseas, vómito, convulsiones, etc. Asegurarse además de que la dosis sea lo suficientemente alta, porque el lavado de estómago es de lo peor. 4. Droga. Una sobredosis, estando muy high y pudiendo dejar algún mensaje póstumo. Esta técnica es mas común como accidente que como suicidio, debido a la popularidad de la materia prima en el mundo actual. 5. Inyectarse aire en las venas. Este método no se si es doloroso pero si es cierto. Al inyectar aire en las venas se crea un coágulo denominado embolia gaseosa que produce una "muerte por ahogamiento". Es como la descompresión que hacen los submarinistas para precisamente evitar este coágulo. Si subieran demasiado deprisa se crearían burbujas de gas en sus vasos sanguíneos y morirían, asi que esta es a la vez otra forma de morir...si eres submarinista claro. 6. Monóxido de carbono. Si tienes coche este es tu método. Creo además, que es el metodo preferido de los suicidas. Te metes en el coche, todo bien cerradito y solo tienes que aspirar la porquería que suelta el tubo de escape de tu coche. Desconozco si existe una forma de introducir el aire automaticamente en el interior, pero sino, solo tienes que poner una manguera desde el tubo de escape hasta el interior de tu coche (por un pequeño hueco de la ventana), encender el motor y a esperar... 7. Ponerse delante de un tren. Si te pones en una de las vias del 'Ave', en una buena recta, la muerte tiene que ser instantánea, porque a la velocidad que va al tren no existe manera de que puedas sobrevivir al impacto. La muerte sería tan rápida que no creo que llegaras ni a enterarte de que has muerto. Esos trenes a la velocidad que van no les da tiempo a parar y creo (no estoy seguro del todo) que ni por ley podrían frenar porque supondría un peligro para los pasajeros. En el metro de Madrid, mucho mas lento, hay una media de un suicidio cada dos meses, asi que imaginar que te pase por encima un tren de alta velocidad... 8. Electrocutándose. Es uno de los métodos menos usados. Para ello basta con darse una ducha con un aparato eléctrico dentro de la beñaera. Puede meterse a la tina, y aventar el tostador, la secadora de pelo, o algún otro artefacto eléctrico (previamente conectado). 9. Aventarse de un puente o edificio. Ya sea en el agua, carretera, pavimento, o desfiladero. El problema de esta técnica, es que se puede sobrevivir, dependiendo de la altura del puente o edificio. Esta técnica se recomienda sobre todo a aquellos que no le temen a las alturas, por aquello de los posibles arrepentimientos. 10. Ahorcamiento. Preferiblemente desde un poste, o un techo muy alto, para que no haya posibilidad de escape. Asegurarse además de que la soga esté perfectamente bien tenzada y soporte el peso del individuo. 11. Morir de frío. Este me llama mucho la atención, porque lo único que tenemos que hacer es pasar mucho frio. La cuestión es que tu cuerpo se empiece a congelar, especialmente los pulmones, porque asi sufrirás un edema pulmonar y en consecuencia la muerte. Para ello tendrás que conseguir poner tu cuerpo hasta una temperatura de 26 a 24º centígrados, y sufrir todo el periplo de sensaciones que experimentará tu cuerpo hasta llegar al edema. Solo tienes que elegir una noche muy fría en un lugar húmedo, apartado y si hace viento mucho mejor. Lo ideal sería ir a la montaña y pasar la noche cubierto con nieve (el proceso aumenta) y con poca ropa. 12. Presión en la arteria carótida. Existe una técnica de defensa personal consistente en presionar al oponente en la arteria carótida. Al hacer presión se consigue que no llegue oxígeno al cerebro y por lo tanto la persona se desmaye. Si esta técnica se sabe ejecutar te puedes autoinducir tu propio desmayo y ya tan solo tienes que saber donde colocarte o como idear un mecanismo para que al final llegue la muerte. Es decir, si te colocas por ejemplo en un precipicio, justo en el borde y te aplicas tu autodesmayo, no te enterarás ni de la caída...Luego ya sería cuestión de idear la muerte con precisión, a gusto del suicida. 13. Químicos. Ya sea inyecciones con medicamentos, o drogas, la mejor opción es la morfina, para estar inconsciente a la hora de morir.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Undia en la vida de ciro alegría


Buenas, el siguiente es un texto que se me ocurrió sobre un día en la hacienda en quilca ymi imagibnación est a a full asi que aquí les dejo un avance. si desean terminar de leer el texto les invito a mi otro blog que será agregado posteriormente.


Eran las seis en la mañana y el río sonaba, me desperté con el primer canto del gallo, este animal de pelea que tanto recuerdo durante mi infancia recorrida en el pueblo que me vio nacer: Quilca.

Antes de salir de la habitación, admiré por la ventana la belleza del ambiente de afuera: el pasto verde por la brisa de la mañana, el ruido del río, los perros ladrando, las ovejas balando y otra vez el recuerdo de esos momentos en donde sentía que el día era inacabable entre el sudor y el plantío de la caña de azúcar, las noches de calor excesivo en donde dormía en calzoncillos y aun así sudaba y los refrescantes baños en el río que alegraba mis días y que, junto a la cerveza, cigarros y un vecino con ganas de escuchar, mataba mis penas. Pude haber pasado toda una hora allí recordando las experiencias que tuve allí pero el sentir el aire frío por la espalda me despertó por completo y decidí, aunque un poco desganado, continuar con mis planes de hoy.

Salgo de esa hacienda desgastada ya por el paso de los años y me dirijo hacia el tan concurrido plantío. ¿Qué pasará hoy? Una buena pregunta. Los cultivadores, capataces y yo quemaremos la caña para cortarla y hacer una buena cosecha. Esperamos obtener buena cantidad de carga para obtener unos cuantos soles más y si no lo logramos, simplemente será otra siembra sin éxito.
La tierra se encarga de decidir cómo nos servirá esta temporada y los creyentes empiezan a realizar cantos agudos y bailes ágiles para que se fortalezca la producción; las mujeres cantan mediante un grito exagerado pero a la vez rítmico mientras menean sus polleras coloridas dando una cordial bienvenida a la madre tierra que extiende sus brazos para brindarnos desde su interior esta bendita planta de los dioses; el fuego empieza a surgir y sólo se oyen las cañas quebrándose con su tan bullicioso “crac” que se asemeja al de los leños que se ponen en las cocinas para hervir el plato más exquisito: caldo de gallina. Las ramas arden ahora y se procede a apagar las llamas para empezar a cortar las cañas, luego empezamos a recolectarlas en un contenedor amarillo y grande; mano a mano, brazo a brazo se va transportando la materia prima al camión que llevará nuestro esfuerzo a la fábrica....